En este buena práctica es posible observar el involucramiento de liderazgos educativos de los diferentes niveles, considerando el sostenedor, el director, los docentes y estudiantes, que necesitan colaborar e involucrar a toda la comunidad para lograr ejecutar con éxito el proyecto del restaurante y cumplir con los objetivos pedagógico propuestos.
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En esta buena práctica es posible observar la importancia de buscar nuevas maneras de hacer las cosas para la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje, empoderando docentes comprometidos y la exploración y fortalecimiento de redes de contacto, a través de la articulación con el sector productivo y social. La comunidad educativa obtiene resultados relacionados a la innovación metodológica; cumplimiento y desarrollo curricular; fortalecimiento del sentido de pertenencia; perfil de egreso robustecido, entre otros.
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En esta buena práctica es posible observar un liderazgo distribuido con foco en la diversidad e inclusión, donde los estudiantes están en el centro para que logren, sin excepción, una educación integral y de calidad. Esto se basa en generación de procesos de gestión donde todo el equipo trabaja hacia el mismo objetivo y colabora para generar trayectorias educativas y oportunidades para todas y todos los jóvenes del establecimiento.
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“¿Qué necesitas para hacer mejores clases?, ¿cómo te ayudo? Dígamelo y yo hago todo lo posible por conseguirlo”, son preguntas típicas de Susana Muñoz hacia docentes que trabajan en los establecimientos escolares que ha presidido.
Sin ir más lejos, su principal motivación para ser directora fue estar al servicio de los profesores, y no al revés, como ella había experienciado. “El milagro se hace dentro de la sala”, dice convencida, y para que eso suceda, busca ser una facilitadora.
Susana estudió en un colegio perteneciente a la red de colegios SIP en la comuna de Quinta Normal cuando su mamá era docente de ese mismo colegio. Cree que su experiencia escolar le brindó todas las oportunidades para desarrollarse. Por eso nunca se alejó de la educación: estudió pedagogía en inglés en la Universidad de Santiago de Chile, trabajó como docente 13 años y ya suma 22 años desempeñándose como directora. Siempre en colegios de la SIP.
Dice que se despierta todos los días feliz para ir a trabajar porque le encanta. También, apenada, cuenta que esta será su última experiencia profesional. Pero su voluntad es nunca alejarse de la educación y está determinada a ser mentora de otros directores -una vez retirada- como manera de transmitir todo lo aprendido durante su trayectoria y acompañar a nuevos profesionales capaces de cambiar la vida de miles de estudiantes.
El amor a la excelencia
“Usted es capaz de todo”, les recuerda siempre a cada estudiante.
Susana está convencida de que una educación de calidad puede cambiar la historia de una persona. Para ella un buen profesor es una sumatoria de integridad, forma, trato y conocimiento. “Ser un buen profesor es muy difícil; pero yo necesito a los mejores”, dice. Ser excelente en el sistema educativo es una tarea titánica, y es justamente por eso que, como directora, siempre ha trabajado en base a las necesidades de su equipo y ha velado por su bienestar. “Uno nunca tiene que olvidar que trabaja con personas”, señala.
Los 3 cargos directivos que ocupó Susana siempre tuvieron algo en común: se encontraban en contextos sumamente desafiantes como bajo rendimiento académico, problemas graves de convivencia, asistencia y estudiantes en situaciones de alta vulnerabilidad socioeconómica. Esto, además, se sumaba a otros desafíos concretos como implementar la educación media en el colegio o, actualmente, la modalidad técnico profesional.
Recuerda con orgullo cuando, en el colegio que la Sociedad de instrucción Primaria tiene en la comuna de Lo Espejo, cuyos resultados académicos nunca resaltaron, aparecieron en distintos medios de comunicación por ser de los colegios más vulnerables del país dentro de los 10 mejores resultados en el Simce.
Susana cree que los datos son esenciales para la gestión escolar y se apoya en ellos para identificar brechas, espacios de mejora y éxitos. Los datos también la han acompañado en su trayectoria profesional y, debido a los excelentes resultados que ha logrado en la dirección de los colegios, su fama la antecede y la buscan para los desafíos más grandes.
El oasis de San Ramón
En plena comuna de San Ramón, rodeado de ferias ambulantes, negocios de barrio y modestas viviendas se encuentra el Colegio Arturo Matte Larraín (AML). Imponente, de estructura moderna y colores negro y amarillo, no pasa desapercibido.
En el recreo el patio está más vivo que nunca: se escucha música cumbiera en altos parlantes, los estudiantes bailan, juegan ping pong, básquetbol y fútbol. Susana cuenta que, posterior a su jornada escolar, muchos de ellos se quedan en el colegio: “Es como su refugio”, dice.
Hace 8 años, cuando a Susana se le planteó el desafío laboral de liderar este establecimiento e implementar la primera especialidad técnico profesional se asustó. La relación con los apoderados era compleja, y el ambiente demasiado desafiante.
Sobreponiéndose al temor inicial, Susana aceptó el desafío y lo primero que hizo fue reunirse con todos los apoderados que quisieran hablar con ella. La directora cree que lo más difícil de su carrera ha sido justamente su relación con ellos pues –en general- exigen mucho y endosan responsabilidades que sobrepasan los límites de un establecimiento escolar. “Ahora somos como tribunales de familia”, cuenta con humor.
Programación, la especialidad del futuro
El fundador de Cabify, gerentes de bancos, y desarrolladores de aplicaciones internacionales son algunas de las figuras que han inspirado a los estudiantes de segundo medio del AML a escoger programación como especialidad para los dos últimos años escolares.
Fue a través del seguimiento de sus exalumnos, que asistían a la modalidad técnico profesional (TP) en otros establecimientos escolares, como decidieron que esta implementación podría agregar valor a su proyecto educativo. No obstante, fue un camino largo: asambleas con toda la comunidad educativa, encuestas de preferencias, estudios de mercado y decenas de reuniones con equipos directivos de otros colegios con esta especialidad fueron parte del trabajo previo para dar el sí a la especialidad de programación. Luego de escuchar, conocer y evaluar, decidieron hacer algo completamente distinto para que sus estudiantes estén en la vanguardia de lo que es la programación.
Contrataron un C Bootcamp -programa intensivo de desarrollo que se caracteriza por una formación de alta intensidad, a cargo de Coding Dojo ,que, además de formar a los estudiantes, los certifica en sus habilidades para facilitar su ingreso al mundo laboral. Adicionalmente, su meta es conseguir prácticas profesionales al 100% de los estudiantes de la especialidad.
Para implementar este sello en todo su proyecto educativo, desde pre kínder enseñan a los niños conceptos básicos de programación y, paulatinamente, robótica. También, cada estudiante desde 7mo a IV medio cuenta con un chromebook entregado en comodato y espacio en la nube que utilizan para el desarrollo de aprendizajes en el aula y fuera de esta.
Fin de ciclo
En su constante preocupación por el bienestar del equipo docente Susana busca nuevas ideas para hacer de su establecimiento un espacio grato para trabajar.
Recuerda cuando, el año pasado ya se acercaba el fin de ciclo en el AML y el agotamiento de los profesionales era evidente. Susana les envió un correo a principio de semana para convocarlos, como parte de la rutina, a una asamblea escolar.
Ya sentados y con su material de apoyo, aparece un reconocido comediante. Caras sorprendidas. Susana entre risas los invita a olvidarse del trabajo y tener un momento de relajo.
“Uno tiene que cuidar a su equipo y su bienestar”.
El establecimiento escolar Aldea Educativa Hoŋa’a o te Mana -‘nido del conocimiento’, en español- ha trabajado incansablemente durante los últimos años para ofrecer trayectorias educativo-laborales que se ajusten a los proyectos de vida de sus estudiantes, permitan su pleno desarrollo personal y, consecuentemente, el de la isla de Rapa Nui.
El valor transversal de la preservación y desarrollo de su cultura es el eje del proyecto educativo liderado por Katherine Ringeling y se hace presente en todas sus dimensiones: Desde la arquitectura innovadora, cuyos muros reflejan los símbolos de la cultura plasmado por las manos de los estudiantes y guiados por educadores tradicionales quienes traspasan sus conocimientos a las nuevas generaciones; las temáticas propias del pueblo Rapa Nui que guían el proceso de enseñanza-aprendizaje en las distintas asignaturas; las zonas arqueológicas y esculturas rupestres al aire libre que son parte de su terreno y el uso del tambor como guía para las pausas y retorno de clases son algunos ejemplos.
Así, la realidad de esta comunidad educativa dista mucho de aquellas del ‘continente’. Además, considerando que aún no existe oferta de educación superior en la isla, aquellos estudiantes que quieren continuar sus estudios deben enfrentar una serie de desafíos que, en algunas ocasiones, termina por acabar su motivación de tener estudios superiores.
La Aldea Educativa fue vanguardista en ofrecer la modalidad educativa técnico profesional en la isla y su implementación surgió ante una necesidad levantada por la comunidad a través de una consulta ciudadana. Hoy cuentan con tres especialidades: Servicios de Turismo, Agropecuaria y Administración, logrando posicionar esta modalidad de estudios y las oportunidades que otorga en la isla y así, ser el establecimiento escolar con mayor matrícula de séptimo a cuarto medio de RapaNui.
Proyecto educativo centrado en las raíces
Katherine, oriunda de Quilpué, conoció durante su etapa escolar a quien años más tarde se convertiría en su marido y la incentivaría a vivir un tiempo en su tierra natal: la isla de Rapa Nui. Lo que en un principio pensó que sería una breve experiencia de 2 años, hoy suma 20 años trabajando: primero como profesora de ciencias, luego como jefa de UTP y, desde el año 2014, como directora.
La Aldea Educativa, -inaugurada en 2005 luego de la división del Liceo Lorenzo Vega en escuela y liceo-, cuenta con 18 hectáreas que permiten sostener un proyecto educativo basado en el aprender haciendo, con un rol preponderante de la cultura Rapa Nui que se conecta de manera integral con todos los procesos formativos. Para esto, cada año eligen un tema de su cultura y todas las clases de las distintas disciplinas trabajan en base a eso. El año pasado eligieron los Moais como temática y tanto arte, matemáticas y lenguaje lograron que estos fueran la base de sus actividades.
La zona geográfica del establecimiento también ha propiciado la conexión de los estudiantes con las raíces de la isla. Dentro de sus dependencias se encuentra el antiguo Lazareto de RapaNui, el cual a inicios del 1900 se utilizó para tratar y detener el brote de lepra en la isla. También cuentan con zonas arqueológicas, lo que permite a los profesores salir de las salas de clases y utilizar estos espacios como museos vivos de la historia local.
Este sentido de pertenencia de la comunidad educativa es algo que ha cautivado a Katherine. Durante la pandemia por Covid-19, fueron el primer colegio en Chile en volver a la presencialidad, provocado por la alta insistencia de los propios estudiantes y sus familias de volver a las salas. Además, pese a lo adverso de su clima -que fluctúa entre el sol y la lluvia en minutos-, los estudiantes se esfuerzan por llegar a las salas de clases y el ausentismo está lejos de ser problema para ellos. Adicionalmente, si existe algún daño en sus instalaciones, los estudiantes son los primeros dispuestos a arreglarlos -fuera de sus horarios de clases-. Según su directora, lo que más caracteriza a estos estudiantes es su gentileza y compromiso.
Educación TP en la isla
En el 2005 fue la misma comunidad isleña quien, a través de una consulta ciudadana y ante la necesidad de que los estudiantes contaran con más herramientas para enfrentarse al mundo del trabajo, sugirió la implementación de la educación técnico profesional (TP). Así, la Aldea Educativa asumió el desafío y la vanguardia de su implementación, proceso que para Katherine marcó un antes y un después en el Liceo.
No obstante, Katherine recuerda el escepticismo de la comunidad al proyecto educativo que no se basa en el cuaderno como herramienta principal, sino en el aprender haciendo. Si bien en su momento este escepticismo se manifestó en una baja en matrícula, hoy cuentan con 450 alumnos de séptimo básico a cuarto medio, significativamente mayor frente a un promedio de 120 estudiantes entre los otros dos establecimientos escolares de la isla.
Katherine valora el impacto de la educación TP en el desarrollo de las trayectorias educativo-laborales de sus estudiantes. Asegura que esta modalidad de estudio les permite desarrollar una serie de habilidades blandas que facilitan su inserción al mundo laboral o en la educación superior.
Así, con el fin de potenciar estas trayectorias, las especialidades ofrecidas cuentan con diferentes instancias de articulación con empresas de la isla: la especialidad de turismo mantiene una colaboración con una reconocida aerolínea, los principales hoteles y la asociación de guías certificados. Así, los estudiantes tienen una activa participación en la recepción de turistas. En el caso de la especialidad agropecuaria, se trabaja con las entidades estatales como el SAG, CONAF entre otras.
El lejano continente
Katherine cuenta que no hay una regularidad respecto a las trayectorias de los estudiantes cuando egresan de cuarto medio. Hay generaciones en las cuales la mayoría opta por continuar con estudios superiores, como otras donde, en la mayoría de los casos, los estudiantes deciden quedarse en la isla y trabajar.
Uno de los desafíos más grandes, para Katherine y su equipo, está relacionado a las trayectorias educativo-laborales y es la adaptación de sus estudiantes en el llamado ‘continente’. La distancia con sus familias y amigos, la diferencia cultural y los altos gastos económicos son parte de las adversidades que enfrentan cuando deciden continuar con estudios superiores.
Para hacer frente a este desafío, han implementado prácticas como giras de estudio a Santiago en donde los estudiantes conocen universidades, colegios y hasta centros comerciales, con el fin de que su preparación sea integral de cara al ingreso a la educación superior.
Katherine asegura que hoy los esfuerzos están puestos en aumentar la articulación con la educación superior y el sector productivo. A pesar de que han avanzado en la materia y hoy cuentan con diferentes convenios con empresas y universidades, la directora asegura que aún hay mucho por hacer y que todas las oportunidades que se presenten para aprender nuevas metodologías en pos a la mejora educativa, tienen que tomarse. En esta línea, durante los próximos 8 meses Katherine junto a su equipo directivo serán parte de Fortalece TP, programa del CILED ejecutado por INACAP, en cual buscarán fortalecer su articulación con la educación superior.
El presente estudio es ejecutado por el Centro de Innovación en Liderazgo Educativo –CILED-, con el respaldo del Ministerio de Educación. El CILED, a través de sus líneas de formación, acompañamiento e innovación, pretende impactar la Educación Media Técnico Profesional (EMTP), con especial foco en fortalecer las capacidades de liderazgo de los equipos directivos.Para conocer el aporte de las iniciativas de formación y acompañamiento, el CILED se propone evaluar los resultados de sus programas en los resultados de sus establecimientos beneficiarios.
A continuación se exponen resultados preliminares -parte de un programa investigativo que finalizará en 2026- sobre las percepciones que tienen los estudiantesde la EMTP sobre su propia experiencia en el liceo, las prácticas de sus docentes y sus propias expectativas y proyecciones personales.
Esta buena práctica consiste en la realización de diversos talleres prácticos que tengan relación con temas de relevancia científica como la sustentabilidad, los océanos y la crisis climática. En ellos participan diversos científicos, se realizan visitas a laboratorios, y se realiza una feria científica donde participan diversas instituciones.
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Esta buena práctica se basa en la realización de clases online de historia, lenguaje, orientación e idiomas con estudiantes de diversos países en un aula común, aprendiendo las mismas materias en diversos idiomas. Esto requiere rediseñar el currículum e incorporar herramientas digitales interactivas y colaborativas, entre otros.
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