CracksTP
- Desarrollo Profesional
Autor: Magdalena Frontaura, Natalia Cancino
Año: 2022
Lo vivido en los últimos años en el Liceo Bicentenario Colegio Diocesano Obispo Labbé ha sido una verdadera revolución en materia educacional. Liderado por Mauricio López Leiva -quien se ha desempeñado en educación por casi 20 años-, han implementado un proyecto de enseñanza que responde a la realidad de sus estudiantes y les ha permitido obtener diferentes reconocimientos: convertirse en un Liceo Bicentenario, ser uno de los primeros colegios del país en implementar un equipo de innovación y el primero de la zona norte en estar ad portas de un proceso de acreditación por Google.
Con un 83% de vulnerabilidad socioeconómica y empalmados en el histórico barrio El Colorado de Iquique, esta comunidad educativa no ha quedado ajena al desarrollo de su entorno. El crecimiento del turismo y las labores que requieren amplios conocimientos técnicos ligados a las empresas portuarias, comercio y servicios, son la principal motivación de este establecimiento que hoy busca entregar a sus estudiantes virtudes cardinales y teologales, y fundamentalmente habilidades propias del siglo XXI.
Participación y autonomía colaborativa son los sellos que Mauricio ha intentado impregnar en sus estudiantes y docentes, permitiéndoles ser parte de la toma de decisiones y de la búsqueda de soluciones. Con más de mil alumnos, la convivencia no parece tarea sencilla, pero su actual director asegura que como comunidad escolar entregan las herramientas necesarias para que sean ellos mismos quienes den respuesta a estos problemas.
Un ejemplo de esta búsqueda de la autonomía es el caso de Benjamín, estudiante de quinto básico, quien durante un recreo -recuerda Mauricio-, se le acercó con inquietud. Junto a sus compañeros no lograban encontrar una solución a la alta demanda que tenía la cancha de fútbol del colegio.
Mauricio le preguntó a Benjamín qué solución proponía él. El estudiante, luego de pensar un rato, le propuso un sistema de turnos y la compra de una pizarra que les permita organizar de manera equitativa el uso de la cancha.
Mauricio comenta que hace unos años atrás él hubiese ideado la solución de manera paternalista. Sin embargo, asegura que hoy le permiten a los estudiantes ser parte de la búsqueda de soluciones, empoderándolos y convirtiéndolos en actores clave dentro del establecimiento.
De inspector a director
Oriundo de María Elena, un pequeño poblado salitrero al interior de la Región de Antofagasta, Mauricio ha dedicado su vida a la educación. Egresado de la Universidad de la Serena, comenzó su trayectoria como profesor de historia y geografía en el Colegio Calama, y como docente directivo en el Instituto Obispo Silva Lezaeta de Calama, donde principalmente se enfocó en ejercer el rol de inspector general.
Comenta que hoy ejerce un liderazgo muy distinto a cuando comenzó su camino en la educación, donde era un inspector muy disciplinado “clásico ochentero” y las soluciones siempre eran punitivas, la única manera que conocía hasta ese entonces para mantener la armonía escolar. Afirma que eso cambió, que su trayectoria lo ha ido formando y le ha permitido entender que los alumnos de ahora son muy distintos a los de antes: “Los jóvenes de ahora son dialogantes, están mucho más empoderados”, afirma.
Durante su carrera, Mauricio fue siempre la mano derecha del director. Si bien participaba en la mayoría de las decisiones, estas nunca fueron su completa responsabilidad. Tras una década como inspector general quiso explorar en el área pedagógica, sin embargo, su buena valoración no le permitió dejar lo disciplinario y terminó desarrollando ambas de manera paralela.
Valorado por su capacidad de aprender y de buscar soluciones respaldadas en la teoría, sus colegas y estudiantes lo apodaron “el pro”. Su paso por áreas disciplinarias y académicas, lo convirtieron en la persona idónea para liderar los cambios del colegio. A nueve meses de haber asumido como director se encuentra cursando nuevos estudios en la Universidad de Villanueva, España.
Un cambio de paradigma
El año 2018 fue un punto de quiebre y, junto con el sostenedor, Claudio Molina Illanes, decidieron implementar cambios en su modelo educacional y dar un giro: “Teníamos que implementar un proyecto educativo que estuviera de la mano con la realidad de nuestros estudiantes”, dice Mauricio.
Fin de las clases expositivas, no centrar la enseñanza en contenidos y terminar con las notas como un sistema punitivo de calificación, fueron las primeras acciones para lograr este nuevo paradigma que busca que sus alumnos tengan habilidades propias del siglo XXI, pues creían que el modelo de educación que impartían estaba obsoleto. En el camino la tarea les quedó grande y una alianza con el Centro de Innovación de la Universidad de la Frontera (iDEAUFRO), les permitió despegar y desarrollar una formación experiencial a través de metodologías activas.
Ya para el año 2019 estaban piloteando modelos de aprendizajes como ABP -Aprendizaje Basado en Proyectos- y ABR – Aprendizaje Basado en Retos-. Mauricio asegura que el nuevo modelo les ha permitido entender la educación de una forma muy distinta. Hoy promueven liderazgos distribuidos, donde las decisiones y responsabilidades son trabajadas de manera conjunta con la comunidad escolar. Las notas ya no son vistas sólo como un número, sino que son un concepto que entrega una posibilidad de aprendizaje. “Hoy los profesores cuentan con espacios e instancias de reflexión que les permiten ir mejorando día a día sus prácticas”, comenta.
Un proyecto que ha sido motivo de orgullo para este establecimiento fue la creación de un equipo de innovación -liderado por la docente Aileen Flores Araya-, siendo uno de los primeros colegios del país en implementar algo así. Aquí buscan que todos los proyectos que se quieran aplicar en el liceo sean prototipados e implementados con versiones piloto que a futuro les permita considerar la importancia de realizar o no las inversiones.
Este proceso permitió entender nuevas necesidades originadas post pandemia: los estudiantes -acostumbrados a tecnologías rápidas y dinámicas- perdían el interés de las clases ante los problemas de interactividad. Ante esto, eliminaron los proyectores y los reemplazaron por televisores de alta resolución, integraron internet en todo el establecimiento y los laboratorios de computación fueron llevados a las salas a través del uso de tablets. Hoy la experiencia de los estudiantes les permite aprender, pues se adecúa a sus necesidades.
Grandes reconocimientos
Diciembre de 2020 fue un mes que cambió por completo el rumbo del Colegio Diocesano Obispo Labbé. Mauricio, que en ese momento se desempeñaba como director académico, ajustaba los últimos detalles para la reunión que tendría el equipo directivo con el Ministerio de Educación.
Hace dos años esperaban este encuentro, pues la puesta en marcha del nuevo modelo educativo les había permitido ser considerados dentro los establecimientos que podían postular a obtener mayores fondos estatales. Al comenzar la reunión, que por motivos sanitarios fue a través de zoom, su sorpresa fue mayor. El expresidente Sebastián Piñera se unía para felicitarlos por su gestión y notificarles que habían obtenido la acreditación como Liceo Bicentenario.
Hoy, con Mauricio a la cabeza, se preparan para un nuevo proceso de construcción de su Proyecto Educativo: a principios del 2022 fueron notificados de estar seleccionados para ser un School Reference, certificación entregada por Google a colegios que han integrado la tecnología en los procesos de enseñanza. Actualmente son tres los establecimientos en Chile certificados, ninguno de la zona norte del país.
Mauricio asegura que el trabajo conjunto ha sido la clave para alcanzar estos logros y soñar con más oportunidades de mejora. Así, con su equipo directivo, docentes y estudiantes “remando hacia el mismo lado”, seguirán trabajando en la construcción de una educación con altos estándares de calidad.
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Autor: Magdalena Frontaura, Natalia Cancino
Año: 2022
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